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Recordaba que una vez, cuando era una niña, había visto en una película cómo al colgar un cristal frente a la luz éste regalaba a la vista un sinfín de colores. Así que, muchos años después, se dispuso a emular aquella imagen que la dejaba tan perpleja y alucinada como cuando veía una burbuja de jabón flotar frágil y elegante hacia el cielo. Tomó su sueño infantil cristalizado y transparente, lo colgó de un hilo casi invisible a la altura apropiada delante de la ventana y observó. No sucedía nada. Meditó por un instante. Tal vez no era la hora del día apropiada. Durante días, esperó expectante que por fin se cumpliera su sueño y la luz, al atravesar el cristal, arrancara de sus prismáticas entrañas todos los colores que escondía, como si de la llave del cofre de un tesoro se tratara. Pero semanas después, el cristal tallado seguía siendo un simple y aburrido pedazo de cristal que colgaba tristemente de la barra de la cortina y que, visto lo visto, jamás llegaría a cumplir su misión en esta vida. Si al menos hubiera formado parte de una lámpara habría constituido siquiera parte de un todo digno de admirar.
Lo miró una vez más con cierta tristeza. Una retina vencida y decepcionada sopesaba ahora sus expectativas. Su cristal no servía para nada…habría que descolgarlo de allí. Qué desacierto pensar que luz y física conjurarían la difracción. No era el lugar adecuado, no era la orientación acertada, no era el cristal necesario, no era lo bastante lista. Decidió que cualquier día lo descolgaría y lo guardaría. No tenía ningún sentido que aquel cadáver cristalino ocupara un espacio frente a su ventana.
El tiempo pasó y ningún día fue bueno para empuñar la tijera y ejecutar la sentencia. Sin embargo, en el tiempo detenido del cristal, una tarde de repente sucedió la magia. Un buen día llegó la primavera y el Sol dejó de ser invernal y conquistó una nueva posición en el cielo. Y fue entonces cuando la luz blanca y certera atravesó el corazón suspendido y silencioso abriéndose paso en mil direcciones, salpicando de pequeños arco-iris la pared del salón.
El tiempo pasó y ningún día fue bueno para empuñar la tijera y ejecutar la sentencia. Sin embargo, en el tiempo detenido del cristal, una tarde de repente sucedió la magia. Un buen día llegó la primavera y el Sol dejó de ser invernal y conquistó una nueva posición en el cielo. Y fue entonces cuando la luz blanca y certera atravesó el corazón suspendido y silencioso abriéndose paso en mil direcciones, salpicando de pequeños arco-iris la pared del salón.
Atónita, contempló el hermoso cuadro que se le regalaba por unos minutos. Tanto tiempo esperando… Extendió las manos sonrientes intentando atraparlo y sus dedos se volvieron de colores. ¡Era tan bonito !... El continente de sus tardes solitarias se transformaba de repente en un envoltorio brillante y hermoso. Miró hacia su interior y se descubrió a sí misma de cristal, suspendida en una intemporalidad que no encontraba sus colores. ¿Cómo comprender que cuando la Vida se para en nuestro interior , afuera el Mundo sigue girando? Imaginó toda su vida moviéndose en una dirección, como un haz de luz blanca tratando de chocar con ella y difractarse en todos los momentos felices que quedaban misteriosamente encerrados en sus sueños, en una invisibilidad desconcertante, mientras ella se balanceaba suavemente asida al mundo por su propia esperanza.
Se preguntó a si misma: “¿Y por qué no?, ¿por qué no pensar que un día la primavera llegará y mi vida se volverá nuevamente de colores, aunque solo sea por unos minutos?. ¿Por qué no esperar que por fin todo se revelará tan bello como es sentido en una vida difractada?".
Eres tú la que lleva la primavera a los demás!!! Te quiere, tu vecino!!!
ResponderEliminar"... se descubrió a sí misma de cristal, suspendida en una intemporalidad que no encontraba sus colores..." Una frase (más) para recordar. Busca tus colores, a lo mejor van cambiando un poco de tono cada día... y conserva tu cristal para la próxima ventana, para la próxima primavera... ;)
ResponderEliminarLo guardaré, como testigo de los buenos recuerdos que tengo de esta casa y profeta de tiempos mejores :D Un beso Irenilla
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